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LA GEOPOLÍTICA DEL ESPACIO EXTERIOR.

Por: Yeudy Maldonado

​Explorar y conquistar el espacio exterior siempre ha albergado un particular interés en los seres humanos. Desde las estructuras sociales más primitivas, pasando por la evolución de las distintas civilizaciones, imperios y la sociedad actual, han atribuido muchos de sus logros científicos al estudio y seguimiento de los denominados “astros”.

​El siglo XX, que estuvo marcado por la disputa espacial entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fue el inicio de lo que hoy muchos denominan como la “Geopolítica del Espacio Exterior”, que consiste en ver el espacio como un objetivo de dominio estratégico y de seguridad nacional por parte de muchas potencias, que en las últimas décadas han estado financiando distintos planes espaciales, colocando el universo como una extensión de la lucha por la hegemonía global que hoy lideran.

​Estados Unidos de América y la Unión Europea llevan a cabo el impulso de proyectos como Artemis y Gateway, que consisten en volver a colocar al hombre en la luna para 2025, con la instalación de una estación y base permanente. Por su parte, y para no quedarse rezagados, la República Popular de China y la Federación Rusia, han puesto en marcha planes como Tiangong y EOR, con el propósito de convertirse en la principal competencia de las naciones occidentales y mediante los cuales pretenden, por igual, llegar a la luna y poner en funcionamiento varias estaciones espaciales.

​El denominador común para muchos de estos esfuerzos es la luna, situación que se atribuye a la posible exploración y explotación de recursos naturales en la superficie lunar como las tierras raras, que han estado altamente demandadas en los últimos años por su uso en el desarrollo tecnológico. A todo esto, se agregan países con economías emergentes o ya consolidadas, como la India y Japón, quienes inician un proceso de inversión cuantiosa en el desarrollo de sus planes espaciales, con el lanzamiento de nuevos satélites y la colocación de posibles estaciones en la órbita terrestre.

​El camino para la exploración espacial, como se observa, más que un esfuerzo de cooperación internacional, que permita el avance científico mundial sobre la base de alcanzar objetivos de beneficio común, se ha tornado en una extensión de los conflictos bélicos de las principales potencias del mundo, que en su lucha por el control de recursos naturales estratégicos, desarrollo tecnológico y proyección de poder, han promovido una militarización del espacio, violentando protocolos y convenios que regulan su uso y exploración, como un bien común y global.

​A esto se agrega el interés desarrollado por el sector privado, que ha incursionado en proyectos espaciales con fines económicos, de empresas como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic, las cuales ya cuentan con un portafolio de servicios que van desde turismo espacial, hasta el lanzamiento de satélites con fines civiles o militares.

​La actual carrera espacial, geopolítica del espacio exterior, astro-política o política del espacio ultraterrestre, como se le quiera denominar, es la nueva visión de la política observada desde la comprensión y estudio estratégico de actores internacionales a largo plazo. Su compresión y análisis es de vital importancia para entender las tendencias globales que pasan de manera desapercibida por muchos y que tras bambalinas son las que moldean el mundo en el que vivimos.

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