Drones especiales que detectan con precisión el microclima de una ciudad facilitan soluciones innovadoras para reducir la percepción térmica en las llamadas ‘islas de calor urbano‘, explican a EFE los responsables de un proyecto piloto y multidisciplinario desarrollado en la pequeña ciudad austríaca de Weiz.
Ante el calentamiento del planeta, «ya no tenemos otra opción. Tenemos que actuar y tenemos que ir por caminos más audaces e innovadores. ¡Las ciudades deben reaccionar, hacer algo y trabajar juntas!», declara Bernadette Karner, gerente de proyectos del centro de innovación W.E.I.Z.
Es por eso que, junto con expertos de diversas disciplinas, Karner lleva dos años desarrollando un sistema para rebajar el sufrimiento del calor en Weiz, localidad de 12.000 habitantes situada en el sureste de Austria.
Mapeo térmico tridimensional
Clave de este proyecto, que podría trasladarse a otras ciudades en un futuro cercano, es el papel que desempeñan drones especiales que, equipados con cámaras termográficas y multiespectrales, captan miles de imágenes y datos sobrevolando la localidad a 30 metros de altura.
Las cámaras detectan con precisión las ‘islas de calor urbano‘, es decir, las áreas que experimentan temperaturas más altas que su zona circundante, así como aquellos lugares donde la percepción humana del calor es mayor debido a la radiación térmica que reflejan superficies de edificios y suelos asfaltados.
Daniel Rüdisser, físico especializado en el clima urbano de la ciudad de Graz, ha estudiado los focos de calor del centro de Weiz para transformar en un mapa tridimensional y térmico los datos captados por los drones.
Esta innovadora tecnología, desarrollada en cooperación con el Instituto de Tecnologías Sostenibles (AEE INTEC) de Gleisdorf, proporciona una visión detallada del calor urbano desde todos los ángulos.
También incluye información sobre la temperatura y humedad del aire, así como la velocidad y dirección de los vientos.
Los mapas generados de esta manera revelan dónde se deben tomar medidas para aliviar la percepción térmica y elevar la calidad de vida.
Rüdisser explica que ha desarrollado cada vez más el método con el fin de ofrecerlo a otras ciudades.
«Lo estoy ofreciendo como un servicio que llamo mapeo de calor urbano. No solo lo he hecho en Weiz, sino también ocho veces en Graz, así como en Wolfsberg (Carintia)», puntualiza.
La aplicación de los citados drones no solo es considerablemente más eficaz, sino también más económica, que el uso de imágenes de satélite y de aviones de investigación de alto vuelo equipados con cámaras infrarrojas. Éstas no permiten reproducir con suficiente precisión las unidades microclimáticas, recuerda el experto.
Oasis verdes en lugar de islas de calor
En Weiz se ha pasado ya a adoptar medidas específicas en ciertas zonas, como frente al Ayuntamiento, donde se está creando un «oasis verde», con el fin de volver a realizar nuevamente el mapeo dentro un año y sacar conclusiones sobre el esperado alivio.
Para desactivar la isla de calor detectada en el lugar se reducen las plazas de aparcamiento y se sustituye el pavimento por adoquines de hierba. Además, se investiga el uso de musgos, arbustos y helechos para mejorar el microclima.
También se pone énfasis en el uso eficiente del agua y la energía: se aprovechará el agua de lluvia del tejado del Ayuntamiento, mientras que las necesidades energéticas de un sistema de riego basado en datos de medición se cubrirán con una instalación fotovoltaica.
En el proyecto participan especialistas en diversos ámbitos, desde la energía renovable hasta la movilidad, pasando por la arquitectura, el urbanismo, espacios verdes, riego, etc.
Karner señala que se trata de «un concepto holístico», con nuevas tecnologías, que espera pueda comercializarse y aplicarse rápidamente en otras ciudades.
La experta destaca que el mapeo confirmó las marcadas diferencias que puede llegar a haber en ciertas áreas entre la temperatura medida en el aire y la percibida por el organismo humano, de hasta 10 grados centígrados.
«Lo cual es mucho, especialmente porque sabemos que cada vez hará más calor y tendremos más y más días de calor por año», remarca.
Karner resalta asimismo la importancia de que no sólo los gobernantes inviertan en medidas para reducir el calor urbano, sino que también se involucren los habitantes y comerciantes de las ciudades.
Todos «deberían participar en la estrategia de comunicación y participación» y convertirse así «en multiplicadores positivos», afirma.